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Los primeros doce meses

La Madre Naturaleza nos regaló una hermosa puesta de sol cuando cuatro de nosotros llegamos a este precioso valle. Seria justo decir que durante todo el tiempo que hemos pasado aquí se ha mostrado paciente y amable, además de fuerte y clara. A veces se empapa de nuestro ingenuo entusiasmo por todo lo que es nuevo para nosotros y otras veces nos recuerda su enorme poder y, a la vez, su lado vulnerable. Hay una conexión mágica inmediata e inevitable en esta paradoja.

 

Cada día nos sentimos agradecidos por la variedad de regalos que se nos presentan: las variedades únicas del silencio; la llamativa explosión de colores en el cielo a primera hora de la mañana y a última de la noche; la magnífica abundancia de plantas, árboles, arbustos y flores; los sonidos y las visitas de vecinos cercanos como pájaros, jabalíes y cabras, zorros, pequeños reptiles, avispas, abejas azules o hermosos insectos; el vasto universo sobre nosotros con estrellas fugaces o las lunas brillantes disfrazadas de soles nocturnos. De algún modo, parece como si el tiempo quisiera poner la banda sonora a esta hermosa coreografía, y nos asombra experimentarlo todo: desde vientos feroces, mañanas heladas, lluvias torrenciales y estruendosos truenos hasta días soleados, tranquilos y agradables, como de verano eterno. Todos estos elementos hacen que este valle sea precisamente tan encantador.

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K'Ananda acaba de dar sus primeros pasos y, sin embargo, parece que estamos muy lejos de donde empezamos. Hemos hecho enormes progresos con proyectos comunitarios que implican terrenos, edificios, voluntarios y trabajos de acercamiento. Hemos aprovechado nuestras capacidades personales y nuestros talentos profesionales, pero también hemos desarrollado nuevos conocimientos y técnicas, ya sea con apoyo externo o, para nuestro deleite, de forma natural. Mirando atrás, logramos resultados asombrosos, pero es cierto que a veces corrimos contra nosotros mismos demasiado deprisa.

 

Sin embargo, en la superación de los retos es donde realmente podemos reconocer un enorme crecimiento personal y colectivo. El ritmo, la intensidad y la profundidad de la transformación que todos experimentamos sencillamente no habrían sido posibles si hubiéramos seguido inmersos en nuestros estilos de vida y rutinas anteriores. Hemos descubierto que, en comunidad, las ideas preconcebidas, las expectativas, las comodidades y sentido de la seguridad ya no son escondites válidos. A veces no era bonito, cómodo ni divertido. Puede que nuestras mentes nos pidieran a gritos que huyéramos, pero nuestros corazones nos susurraban suavemente "quédate". Nos dimos cuenta de que la moneda de cambio aquí es la confianza, la cooperación y la libertad, por lo que todos tuvimos que hacernos un hueco deshaciéndonos en parte de nuestro bagaje cultural y social, que ya no era adecuado para este entorno. Como resultado, nos hemos vuelto más amables con nosotros mismos, creativos en nuestra visión, cada vez más arraigados en nuestro nuevo hogar y, en definitiva, más en armonía unos con otros.

 

Si el destino es amar sin miedo, necesitamos un ancla sólida para el viaje que tenemos por delante. En algún momento, todos empezamos a adoptar un código de conducta quizás familiar pero no por menos poderoso, arraigado en la antigua sabiduría tolteca:

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Sé impecable con tu palabra

No te tomes nada a pecho

No hagas suposiciones

Da siempre lo mejor de ti

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La vida en K'Ananda nos desafía a ser sinceros, transparentes y directos en nuestros pensamientos, palabras y acciones, lo que inevitablemente revela traumas ocultos, genera picos de dolor y hace resurgir patrones no resueltos. No es lo que estamos acostumbrados a experimentar cuando procedemos de una sociedad mayoritariamente competitiva, individualista y egocéntrica. Sin embargo, este enfoque comienza a allanar el camino para la construcción de una comunidad a largo plazo y permite que el propósito único de cada una de nuestras almas emerja con la confianza de que será aceptado, cada vez más respetado y, finalmente, admirado. Este viaje no es apto para blanditos, pero es inmensamente hermoso. 

 

La Ira y la Alegría pueden parecer conceptos muy alejados el uno del otro, pero en K'Ananda hemos empezado a crear atajos y puentes entre ambos. Por ejemplo, aprendiendo a darnos espacio, reduciendo las proyecciones sobre el otro, escuchando más y juzgando menos; no huyendo del conflicto, mostrando vulnerabilidad; tomándonos tiempo para reflexionar, sanando a nuestro propio ritmo; valorando nuestras diferencias en lugar de pretender que son motivos de separación; limitando nuestras expectativas; reprimiendo menos y celebrando más; abordando la falta de comunicación; reconectando con la naturaleza; meditando y haciendo ejercicio; utilizando las artes para transmutar todo tipo de sentimientos; apreciando los pequeños gestos que contribuyen a los objetivos más grandes...  En esencia, los altibajos son lo que ha hecho que nuestros primeros doce meses sean tan poderosos, transformadores y memorables. 

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Muchos de nuestros visitantes y voluntarios han experimentado la intensa energía que se mueve en este valle, y que de hecho alimenta a la comunidad de K'Ananda, con muy distintos resultados. La mayoría puede sentir la presencia o la falta de resonancia, pero no es fácil observarla y permitir que crezca. En realidad, ambos resultados son perfectos y producen un enriquecimiento mutuo. Tenemos la suerte de mantener la conexión a largo plazo con todos los que han venido a compartir tiempo con nosotros y con un puñado de visitantes continuos seguimos en exploración continuada.

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Nos preguntamos durante meses qué podrían significar las dos grandes letras S que hay a la entrada de nuestra hermosa tierra. Poco a poco nos dimos cuenta de que simbolizaban el viaje interior de la oscuridad a la luz. Desde entonces, la Finca "SombraSol" se ha convertido en nuestro patio de recreo, donde podemos experimentar con seguridad la dualidad y darnos cuenta de cómo todo llega y pasa porque todo es absolutamente necesario para la unidad.

 

¿Quién cruzará el umbral en los próximos doce meses? Esperamos tu llamada a nuestra puerta para enriquecernos juntos de nuestras propias historias.

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